viernes, 28 de octubre de 2011

Una anécdota de nuestros tiempos

En un año, de cuya cifra no quiero acordarme, un condenado a muerte, sabedor del gran cariño que tenía el rey del lugar a su caballo bayo y al bel canto, le hace llegar la proposición de que le deje vivo quitándole la condena a muerte, y que a cambio enseñará a cantar al caballo. El rey es un cachondo y accede, pero también es un hombre de Estado organizado y sabe como hacer que la peña se mate, fijando objetivos, así que le dice que tiene un año para hacer cantar al caballo y si no lo logra le hará cortar la cabeza.
Un día cualquiera, un palafrenero real hablando con el reo de muerte en suspenso en las caballerizas de palacio le dice que es un gilipollas visionario, porque su objetivo es imposible. El reo, con voz tranquila y calculada le responde "En un año pueden pasar muchas cosas. Puede morir el rey, puede morir el caballo, puedo morir yo o el caballo puede llegar a cantar".
Y esto es lo que hay. En mayor y menor medida. Con plazo final o sin él. Un montón de montones de señores en la tarea de enseñar a cantar a un caballo y esperando que suceda algo que les libere de ello, o que el caballo al final cante.




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