domingo, 28 de noviembre de 2010

La falsa moneda

El señor Garzón está fuera de la Audiencia por creer que podía investigar crímenes del franquismo. Y no podía. Ya se vio. No le correspondía. Los que de esto saben, dictaminaron que son los juzgados de cada lugar los que lo tienen que juzgar. Y los juzgados no lo juzgan, ya sea porque cierran los ojos a las denuncias o porque consideran que no les corresponde a ellos. Tuya mía, tuya mía; gol de ellos.
Y ahora vienen los secuestros. Niños recién nacidos robados a sus madres y entregados a parejas afectas y queridas por el Régimen. No es competencia de la Audiencia (por dios, claro que no) y no merece la pena investigar, porque seguramente ese crimen está prescrito. Y además ¿para que remover las cosas? Esa es la pregunta crucial, la duda que empalidece el brillo nativo de la resolución y que hace que esa empresa de vigor y empeño pierda el nombre de acción. No ha pasado nada por tener cadáveres en cunetas, montes y descampados, no ha pasado nada porque hijos de madres izquierdistas fuesen criados a los pechos de los principios fundamentales del movimiento por supuestos queridos padres. Y si se levanta la tapa puede pasar algo. Que se haga justicia. Pero esto de hacer justicia en estos asuntos es como la falsa moneda, que de Audiencia a juzgado va y ninguno se la queda.


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