viernes, 27 de agosto de 2010

Hagan juego bonito señores, hagan juego bonito

Los restos de la máscara de pretendida seriedad se han caído. El ofrecer sartenes, bicicletas y enciclopedias como premio para una estudiada operación bancaria era un presagio que solo podía presagiar lo inevitable. Las batallitas de las compañías de cable y esas cosas con el fútbol y la pasta gansa que parece que cae del cielo metida en balones de cuero, se amplia a los bancos; ahora se puede invertir en equipos de fútbol y comprar y vender con el vaivén de los goles y hacerse rico y disfrutar a la vez. Benditos bancos. ¿qué será lo siguiente? ¿la bolsa de la primitiva? ¿la bolsa de hundir la flota?
Siempre toca, oiga, siempre toca. Compren boletos, que me quedan dos.

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