jueves, 15 de agosto de 2013

La profecía

El petroleo se va a acabar y aquí viene un punto.

Me sé las contestaciones a esto; que se encontrarán nuevas fuentes, se explotarán yacimientos que hasta ahora no eran rentables, nuevos métodos extractivos y esas cosas pero el petroleo no se está creando y sí se está consumiendo por lo que inevitablemente se tiene de acabar. Y esto es incontestable.

Ya sé que, a pesar de todo, eso se va a contestar con; se encontraran sustitutos. Me imagino que varios puesto que con el petroleo hacemos muchas cosas y en inmensas cantidades.

Así que estamos en este punto; el petroleo se va a acabar y se van a encontrar sustitutos para que no haya problemas. Esto incluye la preparación de la tecnología y los recursos para los sustitutos y la adaptación, si el posible, de la maquinaria en las industrias dependientes.

En un mundo ideal habría grupos de mentes brillantes planificando el paso de una civilización basada en el petroleo a una civilización sin petroleo y con el mismo estilo de vida. Pero planificar es liberticida, Así que eso queda en manos del mercado.

La teoría del mercado es distinta a la práctica. En teoría el mercado, como la evolución, tiene en marcha muchas iniciativas distintas a la "corriente principal" porque "podrían dar dinero". Teóricamente cuando una de esas iniciativas funciona bien se hace con una cuota de mercado. En la práctica esas iniciativas son pequeñas y con pocas posibilidades de obtener capital y cuando funcionan son metabolizadas por la "corriente principal" que las incorpora como una alternativa a su "estrategia ganadora" en la que han puesto todo su cariño e inversiones a recuperar. ¿Para qué perder dinero en iniciativas destinadas al fracaso si puedes comprar la ganadora?

En teória, por ejemplo, en España tendríamos que ir saliendo de fuentes de energía fósil y dependiente y pasar a fuentes de energía renovables. En la práctica estamos entrando más cuando tendríamos que estar saliendo. El mercado es bueno y la economía planificada es mala.

Y aquí coloco mi historia ejemplarizadora de lo que se puede esperar con el pensamiento de "no van a tirar piedras contra su propio tejado" aplicándolo al negocio; la extinción de los dodos.
Los dodos eran unos pájaros grandes, que daban mucha carne y que eran insultantemente fáciles de cazar y muy abundantes en una isla por la que pasaban rutas largas de navíos de vela. Así que se empezaron a cazar y se terminaron de cazar cuando se extinguieron. Un poco de planificación habría llevado a bajar la intensidad de la caza, a vedas y esas cosas para hacer sostenible y perpetuo el negocio, pero el mercado es negocio "a la vista" y si dejo de cazar un dodo ese dodo lo va a cazar otro. La regulación y la planificación son venenos para el progreso.

Hay mucho, mucho trabajo que hacer. Lo que hace el petroleo y va a dejar de hacer es mucho y en mucha cantidad. Cualquier cosa que sustituya a la gasolina, por ejemplo, se va a tener que hacer en cantidades industriales y ya hemos visto lo que paso con los mercados de agroalimentarios cuando los biocombustibles dieron un saltito. Y lo de la gasolina es aplicable a un torrente de productos químicos y al plástico.

Y aquí estamos. Seguimos en lo nuestro confiando inconscientemente en que alguien ya habrá previsto algo y en que de todas las maneras saldremos de eso.

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