miércoles, 16 de enero de 2013

Bendito icosaedro

El hombre es un animal prodigioso. Puede encontrar un icosaedro de madera maciza y determinar por su brillo, color, tamaño, lugar de encuentro y leyendas previas que puede ser un poderoso talismán. Y poniendo mucha fe en él recibe a cambio fuerza interior y confianza en sí mismo.

Y a partir de ahí todo lo bueno viene del icosaedro y lo malo acontece a pesar del icosaedro o por que el icosaedro sabe que, aunque creamos que lo que sucede es malo, al final será bueno para nosotros de alguna manera.

Esa es la liga menor pero se juega con las mismas reglas que la liga de honor; las religiones y que la primera división; las verdades indiscutibles.

Cuando los dogmas son axiomas no hay sitio para meter la palanqueta de la duda y tampoco hay sitio para la verdad.

Como la paradoja del hombre que se levanta sí mismo tirando de su propio cabello hay un montón de verdades indiscutibles que han llegado a serlo tirando de si mismas, sin ningún apoyo externo; ellas dicen que son incontrovertibles y que por eso son indiscutibles.

Y son realmente indiscutibles porque no hay forma de discutir sobre ellas con quien las cree indiscutibles.

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