jueves, 15 de septiembre de 2011

El peso muerto de la iglesia emergente

Los lefebvrianos tienen el honor, sin duda, de ser el último cisma hasta el momento en la iglesia católica. Se encerraron en sus trece, en sus misas en latín, de espaldas a los fieles, en su vuelta al pasado, en su desprecio al concilio Vaticano II y su amor al concilio de Trento.
Y el tiempo pasa y la iglesia, después de emprender su propio regreso al pasado, se encuentra tan cerca de los cismáticos, que es posible una reunión. Después de todo, los lefebvrianos son ardientes defensores de valores muy próximos al corazón de la iglesia. Y entre los lefebvrianos hay personas de bien, orden y respeto con muchos posibles e influencias.
Así está pensado que suceda:
El Vaticano quiere "premiar" al último grupo cismático de la Iglesia católica, la Fraternidad de San Pío X (más conocidos como lefebvrianos), concediéndoles una Prelatura Personal, un privilegio que hasta ahora sólo tienen los seguidores de Escrivá de Balaguer. Así se lo ha hecho saber el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, William Levada, al líder de los lefebvrianos, Bernard Fellay, durante un encuentro mantenido ayer en el Vaticano. A cambio, sus líderes, que niegan el diálogo inter-religioso y la sociedad democrática, defienden las misas en latín y algunos, como el obispo Richard Williamson, que han sido condenados por minimizar el Holocausto, tendrán que aceptar plenamente el Concilio Vaticano II.
Aquí hay más

Con esencias cada vez más puras y carisma cada vez más caro


3 comentarios:

Joachim von Ribbentrop dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Patache dijo...

¿convertirlos al catolicismo?

Patache dijo...

Es demasiado el confundir la biología con la teología.