domingo, 7 de marzo de 2010

Rompo una lanza por el juez Garzón

Mi impresión personal sobre él es pésima. Y mi opinión sobre algunos actos suyos, es peor. Pero resulta que en este bendito país no hay una puñetera ley que haga justicia a los desaparecidos de la guerra civil, a los que si se cava en campos y cunetas dejarán de ser desaparecidos, a los niños que fueron arrebatados a sus madres al nacer, a los torturados y humillados que murieron de hambre, asco y pena. Sobre todos ellos y sobre todo ello pesa un losa tan pesada que el poder político parece no tener fuerzas ni ganas para levantarla y el poder judicial encuentra que es monolítica y sin ningún resquicio.
Y de repente aparece un juez que no solo no rehuye los expedientes de desaparecidos, si no que los solicita y que a falta de una ley apropiada fuerza los límites de las existentes. En una pura base teórica eso no es ningún problema, pues no hay perjudicados. Solamente podría perjudicar a fascistas cabrones y ya sabemos que en España no hay de esos. Así que fuerza y sigue forzando los límites de las leyes para poder hacer justicia y de repente se ve de encausador a encausado y de acusador a acusado. Pero no por cabrones fascistas, que de eso no hay en España, si no por amantes amantísimos de las leyes puras y pristinas. Y eso le pasa por ser un mal juez que no aplica las leyes como se deben aplicar.
A esperar otros setenta años.

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