viernes, 5 de marzo de 2010

Que viva Zapata ¡cabrones!

La muerte del señor Zapata no solo segó la vida de don Orlando; la cuchilla inevitablemente cortó más cosas. Cortó la esperanza de que la autocrítica fuese tan incisiva como la crítica a los demás. Cortó el hilo que sostenía la cotización del valor del individuo. Cortó los caminos principales forzando a huir de la verdad por tortuosos senderos. Cortó el poder hablar con esperanza de un sitio donde el capitalismo no impera, ni se le espera. Cortó el matiz. Cortó la esperanza en la primavera.
Y en ese corte, se fue una vida.

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