martes, 26 de enero de 2010

Los pueblos no saben lo que les conviene

Los pueblos no saben lo que les conviene. Eso es algo incontrovertible; solo hay que observar los pueblos que se declaran nucleares o antinucleares en contra de sus intereses y los pueblos que declaran ilegal construir nuevos minaretes en contra de todo lo éticamente razonable. Desde esa carencia hasta la esencia de la democracia que es que la mayoría decide, hay pocos puentes. Dos de ellos son clásicos; el uno es que solamente en manos de un pueblo maduro se puede poner el poder sobre sí mismo y otro puente es que solamente un pueblo formado puede asumir tareas de auto organización. Mi sospecha es que los ingenieros del primer puente pusieron la flecha de dirección de la madurez en la misma dirección que el natural y defendible egoísmo personal y los del segundo puente pusieron la flecha de dirección de la formación en la misma dirección que la menos natural y vendible solidaridad. Y queda al menos el tercer puente que es en el que la gente vota lo que quiere según sus propias decisiones y que solo necesita que el sistema de prueba y error que es la democracia siga en marcha para a trancas y barrancas encontrar el propio camino con los aciertos y errores que se produzcan. Pero ese es siempre un camino equivocado para los que saben con total seguridad que es lo que le conviene al pueblo.
A los que no saben montar en bicicleta no se les puede dejar montar en bicicleta; se pueden hacer daño.

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