miércoles, 23 de septiembre de 2009

¿Arde Troya?

Troya fue el estreno de los relatos sobre asedios. Un estreno en el que estaban los elementos del género; una fuerza hostil rodea una plaza fuerte, ciudad o castillo y se dedica a intentar someter a los sitiados ya sea por hambre, asalto o aburrimiento o por un mix de ellos.
Todos los asedios han llenado páginas enteras de épica, lírica y dramaturgia y cementerios enteros de muertos de hambre, peste, y armas de guerra varias. Es un género facil, agradecido, como el género del niño que cae en un pozo y queda atascado sobre un abismo y el género del famoso con fecha de caducidad por enfermedad mortal. Llena páginas, da para tertulias y motiva la emoción emotiva del personal, que no está nada mal.
Pero de repente, un extraño. Un asedio que no abre y cierra los noticiarios, un asedio que no acogota las almas y que no excita los lagrimales ni estremece los cuerpos. Un asedio que no llena portadas, un asedio que no provoca extraordinarias tiradas.
Y eso que tiene miga. Todo un presidente depuesto de Honduras que ha vuelto a su país dispuesto a que el tiempo no borre la infamia echando tierra sobre el asunto con unas elecciones en las que los elegidos podrán esgrimir el mandato soberano del pueblo para legitimar su puesto ante las reclamaciones del depuesto.
Y todo esto en una embajada de un poderoso país de la zona.
Esto que podría llenar todo un mundo de papel, imágenes y palabras, se queda en noticia de relleno. No debe interesar.
Ya no hay públicos como los de antes.
¿donde estás oh Homero?

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